Ha pasado poco más de un año y parece que la chocante (y apasionante) polémica de Cambridge Analytica -la empresa que utilizó las datos personales de Facebook de 87 millones de personas para construir perfiles ultra precisos y aplicarlos campañas políticas específicas para cada votant- haya convertido en poco más que un simple tema para llenar de conversaciones más o menos enriquecedoras las comidas de tupper al trabajo. O el café de sobremesa. A pesar de la superficialidad aparente de sus efectos, es innegable que ha dejado huella.
De momento, gracias a la fuerza reduccionista del capitalismo, ya se ha convertido en un documental que los usuarios de Netflix están devorando con avidez . » El gran hackeo » o «Nada es privado» -dependiendo del origen de la traducción de ‘The Great Hack’- es un resumen de la historia detrás Cambridge Analytica, cinematografiat y con suficiente pulsión narrativa como para acompañar unas palomitas entre sustos provocados por nuevos temores digitales.
Cambridge Analytica es, en definitiva, la evidencia de que el control de los datos que generan las personas, en realidad el único capital relevante de los grandes gigantes tecnológicos actuales , es más sensible de lo que la gran mayoría de la sociedad había querido creer.
Durante años se nos advertía repetidamente de la necesidad de frenar la entrega de datos constante, indiscriminado y despreocupado que las personas estábamos llevando a cabo con todos y cada uno de los servicios gratuitos que los Google, Facebook, Microsoft, Apple, Amazon ( Foursquare , sería interesante añadir) y otras empresas tecnológicas más o menos grandes de dentro y de fuera de Silicon Valley nos estaban proveyendo.
La frase «si un servicio es gratuito, entonces tu eres el producto» ha llegado a convertirse en un meme de vez haberse repetido, perdiendo todo efecto preventivo. A pesar de la importancia de este mensaje, la sociedad se había insensibilizado y aceptábamos a ciegas cualquier documento de Términos y condiciones . Finalmente, después de no haber hecho caso, una de las primeras consecuencias realmente tangibles del poder de estos datos se convertía, en todo el mundo, en injerencias en elecciones libres. Los datos servían no ya para convencer de la compra de tal o cual producto, sino para manipular los miedos de las personas y afectar el sentido de su voto. Los datos se convertían en perfiles emocionales de las personas y, éstos, en un sistema para manipular el juego democrático.
La frase «si un servicio es gratuito, entonces tu eres el producto» ha llegado a convertirse en un meme de vez haberse repetido, perdiendo todo efecto preventivo.
Lo más peligroso de la historia no es el caso de Cambridge Analytica o los datos de Facebook y las herramientas que utilizaban -con consideración de «arma comunicativa», según la ley británica-. Lo más peligroso es que el sistema ha nacido. La tecnología capaz de cambiar gobiernos y manipular personas y, por tanto, sociedades, ya se ha establecido . Es un poder que ya existe y que, lo que puede ser aún más preocupante, hemos ofrecido de manera progresiva, gratuita y libre a inmensas empresas privadas.
El momento de empoderarse
Después del primer susto que ha supuesto Cambridge Analytica, como sociedad debemos establecer los cambios necesarios para recuperar el control de los datos . Aprovechar sus potencialidades sin caer en los múltiples peligros asociados. Aglutinar datos conservando nuestra privacidad.
A principios de semana, la Generalitat, a través del presidente Quim Torra y el consejero de Políticas Digitales y Administración Pública, Jordi Puigneró, anunció el proyecto idéntico . Se trata de una iniciativa que construirá un modelo de identidad digital «descentralizada y autosobirana» que quiere incentivar el rol de una ciudadanía digital «apoderada, capacitada y protegida».
Hemos oído en más de una ocasión el consejero Jordi Puigneró hablando del » nacimiento del quinto poder: el poder del ciudadano «. Este poder, concretamente, vuelve de las manos de las empresas a las de los ciudadanos, que reposseeixen sus propios datos y las utilizan para sus propias necesidades.
Con IdentiCAT, será el mismo ciudadano quien custodiará sus datos personales. Con el nuevo sistema, las personas podrán identificarse digitalmente y realizar trámites online con seguridad y el aval de la Generalitat, ante cualquier empresa o institución. La identificación única no será almacenada en unos servidores externos de una multinacional de Silicon Valley, Rusia o China, sino que formará parte de un registro distribuido a los que sólo tendrá acceso cada uno de sus propietarios , que serán los que la controlen.
La tecnología para recuperar el poder
La solución técnica que propone la Generalitat para estructurar un sistema fiable de identidad digital, inmutable y garantista ante cualquier institución, validada desde el Adminsitración Pública, es el conocido como Blockchain , una de las más populares tecnologías de registro distribuido ( DLT por sus siglas en inglés).
Actualmente se ha abierto la licitación para que cualquier empresa pueda proponer su solución técnica, pero sabemos que, más allá del sistema Blockchain, el sistema contará con una aplicación y es probable que se acompañe de un registro biométrico que refuerce la seguridad en el extremo de los usuarios.
La solución volverá a permitir que cada ciudadano y ciudadana decida dónde ya quién entrega sus datos personales
En un futuro, idénticos podría ser la solución para permitir las votaciones digitales, todos los trámites en línea y, entre muchos otros, el control de comienzo y finalización de la jornada laboral. De momento, se trata de la solución que volverá a permitir que cada ciudadano y ciudadana decida dónde ya quién entrega sus datos personales.
El Blockchain social
El sistema basado en Blockchain, idénticos, enlaza de lleno con la ‘ Carta catalana para los derechos digitales ‘, otra iniciativa de la Generalitat que m4Social ha tenido el placer y el honor de ayudar a configurar , como puede hacer cualquier persona interesada . Es una nueva demostración de la capacidad de la tecnología para el bien social .
La ‘ Carta de derechos digitales ‘, entre otros puntos, quiere garantizar «Mecanismos de salvaguarda de los derechos digitales», la «Protección de datos y privacidad» y la «Ética en el uso de la inteligencia artificial y la gobernanza algorítmica «. Al garantizar la privacidad y la identidad personal, de manera tangencial también contribuye en otro de los puntos importantes de la Carta: la «Libertad de expresión y de información».
Garantizar que las últimas tecnologías e innovaciones digitales lleguen y beneficien a todas las capas de la sociedad , sea ofreciendo nuevas oportunidades o protegiendo las existentes, derechos de la ciudadanía incluidos, depende de la Administración pública y de todos los elementos que conforman la sociedad civil . En este caso, el rol del Tercer Sector también es inestimable, aunque sea para hacer entender las aplicaciones prácticas y sociales de tecnologías como el Blockchain y la importancia de que las entidades sociales empiecen a comprender qué son y cómo aplicarlas en su importante labor social.