Dos de cada tres oficinas bancarias que había en Cataluña en 2008 ya no están. Si en el pico máximo había llegado a haber 8.205 bancos abiertos al público, ahora no llegan a 3.000. Además, 500 municipios (más del 50% de los municipios catalanes) no tienen ningún cajero, lo que afecta a más de un 4% de la población catalana. El cierre de oficinas bancarias, sumado a la reducción de personal, hace que la gente mayor se encuentre con dificultades para acceder al dinero en efectivo. Hablamos con Josep Carné, presidente de la Federació d’Associacions de Gent gran de Catalunya (FATEC), sobre la exclusión financiera que sufre el colectivo y, también, sobre la digitalización acelerada de otros servicios que ofrecen las administraciones públicas y las compañías de servicios esenciales.
Desertización bancaria, carencia de personal en las oficinas, brecha digital… Explícanos cuál es la situación actual respecto a la atención bancaria y las personas mayores.
El inicio de todo fue la eliminación de sucursales bancarias que afectó las grandes capitales y se sumó a la problemática que sufren muchos municipios que se han quedado sin sucursal o cajero. También, a la digitalización de la mayoría de trámites bancarios o a la necesidad de tener cita previa para ser atendido en una oficina, que no es nada fácil de conseguir porque si llamas no recibes respuesta o te encuentras con un contestador que te dice que hagas el trámite en línea. La pandemia de la Covid no frenó el proceso, al contrario.
Aun así, en diciembre de 2021, Carlos San Juan, un médico jubilado de València inició la campaña #SoyMayorNoIdiota para exigir a los bancos un trato más humano y menos digital para los más mayores. San Juan reunió más de 600.000 firmas y fue testigo de la firma de un protocolo en que la banca se comprometió a ser más accesible para todos. ¿Cómo? Ampliando el horario de atención de 9 a 14h, garantizando la presencia en las oficinas de personas especializadas en atender y acompañar a la gente mayor y simplificando páginas web y aplicaciones.
¿Y se ha cumplido?
El compromiso está. Se han ampliado los horarios y dicen que te atienen sin necesidad de cita previa. El problema es que faltan recursos humanos para dar servicio a todas las personas que necesitan este acompañamiento. Hace unos años, se atendían a 1.000 clientes por oficina, ahora cada sucursal tiene que ofrecer servicio a más de 2.500. Ha crecido el número de personas que necesita acompañamiento, pero ha disminuido el número de trabajadores.
¿Y qué pasa con los municipios que no tienen sucursal?
De media se calcula que allá donde no hay cajeros, los vecinos tienen que hacer unos 10 km para poder sacar dinero o realizar algún trámite de forma presencial. Si eres una persona mayor y no tienes muchos recursos necesitas a alguien que te acompañe. Desde la FATEC enviamos una carta a todos los Ayuntamientos de Cataluña pidiendo que se implicaran en la demanda de atención para la gente mayor y en la instalación de cajeros en aquellos municipios que se han quedado sin. Aquí, sin embargo, lo que reivindicamos es que se les ha de exigir en los bancos que inviertan el dinero para ponerlos, no puede ser que la financiación salga de las Administraciones Públicas. En este sentido, estamos satisfechos porque, de momento, hemos recibido más de 100 respuestas por parte de los Ayuntamientos y, muchos, han aprobado estas medidas en sus plenos y las han hecho llegar al Parlamento. Aun así, no podemos hablar solo de la banca, en la administración pública o en las compañías de servicios esenciales todos los trámites también están digitalizados. Tenemos ejemplos como la app de mi salud, el trámite para pedir vacunación… si incluso para comprar el billete de Metro tienes que hacerlo a través de una máquina!
¿Cómo os hace sentir todo ello?
El Plan de Competencias Digitales del Estado dice que el 43% de la población tiene carencia de competencias digitales básicas y el 8% nunca ha utilizado Internet. Es el futuro y no estamos preparados porque se nos pide una adaptación tan rápida que siempre vamos unos pasos por detrás. Me gusta poner el ejemplo del paso de la peseta al euro. Hubo un proceso de adaptación. En el caso de la digitalización tendría que ser igual porque vamos aprendiendo, pero avanza tan rápidamente que cuando sabes utilizar un cajero te lo modernizan y tienes que volver a empezar. Y no es solo aquí, pasa en toda Europa.
Se tiene que establecer un marco normativo que proteja adecuadamente los derechos de la gente mayor respecto al acceso a los servicios bancarios, Administraciones Públicas y las compañías de servicios esenciales. Complementar los servicios digitales con una buena atención telefónica y un número gratuito. Poder elegir de forma individual como queremos ser tratados: digitalmente o presencialmente. Crear programas y actividades para incrementar la formación en las competencias digitales de la gente mayor; simplificarlo todo mucho más y diseñar contenidos que los usuarios entiendan. ¿Quién lo tiene que hacer todo esto? Los órganos administrativos correspondientes.
¿Cuáles son las próximas acciones que queréis hacer desde la FATEC para combatir esta brecha digital?
Nuestro objetivo ahora es ofrecer formación. Colaboramos con una entidad para que pueda aportar especialistas que den formación a gente mayor. ¿Qué tipo de formación? Enseñarles a entrar en la app de mi salud y hacer una consulta o descargar un documento; a utilizar la web de su entidad bancaria; a hacer un trámite con la administración… la idea es que estas personas las acompañen para que todo ello no les venga tan grande. Y queremos hacerlo presencialmente, porque si lo tenemos que hacer de forma telemática no solucionamos nada. Recordemos que en Cataluña más del 40% de las viviendas no tienen conexión a Internet: ¿Cómo les vas a pedir que hagan una formación en línea si no pueden acceder a ella? Este tipo de formaciones son muy útiles y muchos quieren repetirlas al año siguiente. A los que somos inmigrantes digitales nos cuesta mucho más interiorizar estos procesos que a los nativos, y más cuando no lo hacemos cada día, nos olvidamos. Somos conscientes que la tecnología sigue y todavía avanzará mucho más al ritmo del siglo XXI. No queremos quedar atrás, pero exigimos que se nos tiene que proporcionar un tratamiento adecuado a nuestra edad, capacidades y habilidades. La sensación que tenemos es que nos tenemos que adaptar, pero el camino es más lento para nosotros y produce angustia y preocupación.
Crédito fotografías: Vicente Zambrano González i Clara Soler Chopo